La Energía Marina
- Dioselinda Roa
- 21 jun 2021
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 25 dic 2021

En general, la marina es una de las energías renovables y no contaminantes más prometedoras que hay en estos momentos, y las previsiones apuntan a que, para 2040, será la principal fuente de energía de Europa
Aunque nos refiramos a ella en singular, existen distintas formas de aprovechamiento de la energía generada por el mar, ya sea a través del oleaje, las mareas, la salinidad o las diferencias de temperatura. Así, en general, la marina es una de las energías renovables y no contaminantes más prometedoras que hay en estos momentos, y las previsiones apuntan a que, para 2040, será la principal fuente de energía de Europa, según la plataforma WindEurope.
Se trata de un recurso muy atractivo en cuanto a su potencial energético. La producción actual se sitúa en torno a los 12 GW, pero la previsión es alcanzar los 60 GW en 2030 y los 300 GW en 2050, dentro de un ambicioso plan europeo enfocado en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y alcanzar la neutralidad climática a mediados del siglo XXI.
Aparte de que el mar, como recurso, puede producir energía de manera prácticamente constante y que es, en general, limpia y muy silenciosa, gracias a la mayor densidad del agua se puede obtener energía a velocidades tan bajas como 1 m/s. Sin embargo, para poder obtener el máximo aprovechamiento de esta, será necesaria una inversión de más de 800.000 millones de euros en infraestructuras de red y producción.
Como avanzábamos al inicio, no existe una única vía de aprovechamiento de la energía, y según las características de las costas se pueden adaptar uno o varios sistemas de producción, creando incluso modelos híbridos.
Energía mareomotriz: la obtención de energía se basa en aprovechar los movimientos de ascenso y descenso de las mareas, pudiendo generar energía en ambos procesos, aunque sólo es eficaz realmente en aquellos lugares donde los puntos de marea baja y marea alta tienen una diferencia de, al menos, cinco metros. En los pocos lugares del planeta donde es posible aprovechar el potencial de las mareas, se pueden instalar tres tipos diferentes de centrales:
El TSG o Generador de corriente de marea trabaja con un sistema muy parecido al de las turbinas eólicas, lo que tiene un bajo impacto ecológico y un coste más reducido que los demás métodos.
La presa de mareas es una estructura que, a modo de presa, retiene el agua de la subida de la marea y funciona de manera similar a las centrales hidroeléctricas. Este sistema, empero, tiene un alto coste económico y un mayor impacto medioambiental.
La DTP o Energía mareomotriz dinámica alternaría los dos sistemas anteriores, induciendo la retención del agua de la marea y aprovechándola para accionar las turbinas generadoras. Sin embargo, necesitaría, aparte de las condiciones especiales de marea, una costa de entre 30 y 50 km de longitud sobre la que construir las represas.
Energía de las corrientes: en este caso se aprovecha la energía cinética de las corrientes marinas, y se hace mediante un sistema de convertidores submarinos que es similar al de los aerogeneradores. Energía maremotérmica: se basa en el aprovechamiento del denominado “ciclo de Rankine”, basado en las diferencias de temperatura entre la superficie marina y las profundidades, y es especialmente eficiente cuando el gradiente es de, al menos, 20º. El funcionamiento es similar al de una central térmica de vapor. Energía de las olas: captura la energía producida por el movimiento de las olas que, a su vez, es producido por el viento. La energía obtenida por este sistema es empleada para trabajos útiles como generar electricidad, desalinizar el agua o bombearla. Energía del gradiente salino: llamada también “energía azul”, se basa en las diferencias de gradiente de concentración de sales que existe entre el agua del mar y la de los ríos, para lo cual se utilizan diversos métodos, como la ósmosis por presión retardada o la electrodiálisis inversa. Dado lo relativamente reciente de estos sistemas, algunos de ellos están aún en fase de pruebas y, es posible que, con el tiempo, vayan optimizando los materiales y el espacio afectado para instalar estas centrales. Por esta misma razón, su “juventud” como fuente de energía, hay cuestiones que aún no estamos en la capacidad de resolver, como la forma en la que las instalaciones afectarán a los ecosistemas marinos a medio y largo plazo. Además, puesto que se encuentran ubicadas en el mar, y no en tierra firme, es previsible que los costes de mantenimiento sean más elevados.
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